No cesará el trueno,
ni la humillante manifestación tormentosa
que desvirtúa los rostros en penumbra.
Todo seguirá siendo ajeno tras el párpado;
y en los labios - con apenas equilibrio-
persistirá el dolor inicuo que destierra la mirada
hacia desiertos enlodados.
Compás movedizo en el paladar del ardor:
esquizofrenia de soledad.
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