(A los lanzadores de piedras)
Suelo hallaros en la noche,
donde la belleza se comprime
con la línea abismal del pensamiento,
para adentrar, como un sueño, en la retina
y calmar los huéspedes
que habitan los escombros del dolor;
condenándome y condenándoos
a esta muerte invertebrada
de soledad vertebral.
Fotografía: Don Gregorio Antón