y el silencio abre una ventana a la tormenta.

Entre cortinas,
una boca grita sus pañuelos a la noche
que no aciertan a enjugar
el verde ocre
que humedece las aceras.
Demasiado tarde,
el poema arañó el insomnio
y te preguntas
si habrá espacio en las palabras
para librar otra derrota.